Un postre puede inundar de sabor el paladar
si, además del gusto, cuenta con una textura interesante y especial, deleitando
así los sentidos. Blanda combinación que deja en la boca una prolongada y
agradable sensación.
Muchos son los postres que con estas
características en Venezuela realzan la gastronomía. La jalea de mango,por ejemplo, es
considerado por muchos como el más criollo de los dulces, caracterizado por su
textura sedosa, color brillante y sabor pronunciado: todo un bocado de sabor
antes de probarlo. Es bueno saber que si el mango es verde o maduro se
obtendrán resultados distintos.
El quesillo,
el favorito de muchos, considerada la versión nacional del flan. Su sola
presencia insinúa una suave textura que se deshará en la boca al primer bocado.
El quesillo tradicional muestra
varios agujeros, y tal vez por esa condición y blanda consistencia recuerda al
queso llanero. Su preparación varía: café, coco, chocolate, guanábana, naranja,
etc.
Aunque con referencias extranjeras, la torta negra ha sido domesticada con el
tiempo en los fogones y cocinas venezolanas. Suele ser consecuente en
diciembre. Elaborada criollamente con chocolate, clavo de olor y ron. También
permite variaciones como las del mango y la piña entre las frutas secas, y
merey en lugar de almendras y nueces.
Poco conocido, aunque rico en sabor y
textura por ser su base de chocolate proveniente del mejor cacao del mundo (el
de Paria), es el Negro en camisa. Parecido
al mousse, es muy tradicional en la
cocina caraqueña, cuyo nombre deriva del decorado final.